Nomadismo, deporte y cultura en Asia Central

Una de las ventajas de tener que viajar por trabajo es que, a menudo sin esperarlo, descubres lugares recónditos y costumbres culturales que desconocías absolutamente. Por eso, cuando alguien, desganadamente, te dice: «¿Y qué vas a hacer tú, allí?», enseguida empiezo a imaginarme la cantidad de cosas inesperadas que podrían suceder.

Asia Central es, como su nombre indica, una región situada en el corazón del continente asiático, compuesta por cinco países: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán , Turkmenistán  y Uzbekistán, aunque a veces hay quien añade alguna región de Mongolia, alguna provincia china y Afganistán.

Aunque podamos pensar que formar parte de la misma región confiere a estos países unos rasgos comunes, nos sorprendería lo diferentes que pueden llegar a ser. A pesar de que todos ellos se convirtieron en repúblicas socialistas soviéticas dentro de la antigua  URSS, sus características son muy diversas. Para empezar, todos hablan idiomas diferentes, que corresponden a familias lingüísticas también diferentes. En Kazajistán se habla kazajo, y en Kirguistán, kirguís, que son muy diferentes, pero cercanas al ruso. Lenguas eslavas, por tanto. En cambio, en Uzbekistán y Turkmenistán se hablan el uzbeco y el turcomano, lenguas ambas de origen turco. En Tayikistán hablan el tayiko, que proviene del persa, como el iraní.

Ahora bien, una de las cosas que todos estos países tienen en común es que eran nómadas  , y de hecho, en muchas zonas todavía lo son. Una buena parte de los miembros de estas sociedades se dedican a la ganadería -bovina y ovina- y, de forma destacada, a la cría de caballos, de los que son jinetes destacados. Históricamente han practicado la trashumancia, dado que debían moverse con el ganado para encontrar nuevos pastos, especialmente en las épocas frías, que en Asia Central pueden ser muy duras.

En una de las reuniones de un proyecto en que participaba, tuve la oportunidad de ir a Kirguistán. La reunión fue en la capital,  Biskek . Este es un pequeño país, situado entre valles, y por tanto, muy montañoso. Durante el fin de semana aproveché para ir a uno de los lugares más recomendados: Issyk-Kul (El lago caliente). Rodeado de montañas con nieves perpetuas, el lago no se hiela nunca, de ahí su nombre. Allí me encontré con una de estas sorpresas de que os hablaba al principio. Además de la belleza del entorno, muy recomendable, en aquel lugar, cerca de la población de Cholpon-Ata se estaban celebrando los «Juegos Nómadas» (World Nomad Games).

Foto de grupo
Fuente: Propia

Al igual que cuando el mundo celebra los Juegos Olímpicos, un espacio de encuentro mediado por el deporte, en Asia Central se encuentran los pueblos nómadas para practicar y competir en aquellas prácticas deportivas que les son propias: equilibrismos y luchas a caballo, torres humanas, tiro con arco, cetrería, lucha libre (alysh y kourash), entre otros muy específicos y más propios de aquellas tierras, como el shagai, el mancala y el kok-boru o buzkashi.

Hombre encima de una cuerda
Fuente: Propia

La sensación es la de encontrarte en medio de un gran evento internacional… siglos atrás. La tecnología es simplemente, inexistente. Todo funciona exactamente igual que uno se imagina que debía funcionar hace cientos de años. Pero, a la vez, todo corresponde también exactamente a un evento de hoy en día: mercados donde se vende el merchandising propio de la zona, instalaciones provisionales (las típicas yurtas  nómadas, que aquí se llaman «boz üi») donde los atletas y deportistas se cambian y descansan, como si fuera una villa olímpica, y espacios para comer y beber, todo organizado en un exquisito caos.

Casa típica de Asia Central
Fuente: Propia

Los países de Asia Central también han despertado a la llamada de la modernización de la educación superior y buscan la mejora manera de adaptar su cultura y sus costumbres en la sociedad del conocimiento. Convendrá estar atentos a su evolución en los próximos años, dado que su potencial de mejora y sus capacidades, son muy elevadas.

Albert Sangrà

ALBERT SANGRÀ

Director de la Cátedra UNESCO, profesor Catedrático e investigador de la UOC